martes, 12 de noviembre de 2013

Contradicción en el grafiti de Bieber

Por: Laura Barreros
Andrés Lasso


Más que una marca en la pared podría leerse como un desafío del poder desde el terreno del antipoder.

El pasado 31 de octubre, Justin Bieber inició su gira por Suramérica en Colombia. Luego de llevar hasta el delirio a sus bileabers en el concierto ofrecido en Bogotá, el joven canadiense fue hasta el túnel de la calle 26 de la capital colombiana y pintó un grafiti en una pared de casi 40 metros.

En el imaginario social, juventud y grafiti, unidos, no pueden leerse al margen de la idea de rebeldía e inconformidad con el sistema. Sin embargo, lo curioso en el caso del grafiti hecho por Bieber es que el acto fue escoltado por sus guardaespaldas, medios de comunicación y… paradójicamente, patrullas y policías, según reportaron medios locales.

Sin pretensiones de pasarme de pseudointelectual y con su permiso (otorgado al momento de seguir con la lectura de este texto) pongo a su consideración algunas cosas que, tras la entretenida conversación con un buen amigo, han estado dando vueltas en mi cabeza.

El grafiti, expresión cultural asociada a la juventud, cuya visibilidad global llegó con el mayo francés está asociado a causas rebeldes, críticas y visiones contestatarias al sistema. Si bien en inicio los grafitis fueron frases desafiantes en la pared, con el tiempo esta expresión adoptó formas, colores y otros elementos con los que pasó a considerarse una expresión de arte urbano.

Volviendo al génesis. Por su naturaleza transgresora el grafiti se desarrolla en la clandestinidad. Se supone al margen de la ley por desafiar al poder instituido y apropiarse de espacios públicos. Los grafiteros son perseguidos por la policía, no escoltados por ella (!).

Sorprende el que la policía colombiana haya apoyado esta travesura de Bieber y sus amigos en una ciudad donde esta actividad es amonestada e incluso registra un caso polémico en los tribunales por la muerte de un joven grafitero a manos de policías.

El acto protagonizado por Bieber ¿puede llamarse grafitear? A mi modo de ver, la mediatización del hecho, el permiso que supuestamente habría otorgado el municipio de Bogotá y la compañía de agentes de seguridad, vacía de sentido al concepto de gafiti en lo hecho por el joven canadiense.

Tomando en cuenta ese contexto, el acto más bien podría leerse como un desafío explícito que el poder instituido hace al antipoder callejero en su territorio, en su campo de acción y con sus herramientas. El poder oficial, representado en los agentes del orden, avala el acto desafiante usando como instrumento el poder mediático, industrial y económico representando en el artista pop del momento.

Bieber juega al equilibrista. Pretende caminar y moverse en una cuerda delgada que divide, por un lado, al poder económico vinculado al estatus quo evidenciado en las millonarias ganancias que dejará su gira; y por el otro, a la juventud caracterizada por la rebeldía, la irreverencia y su crítica al sistema. Él coquetea con ambos, pero evidentemente está entregado al primero y quiere llamar la atención con actitudes prestadas del segundo.

Después del grafiti
En la pared. Una rana ostenta un brazalete dorado y hace una señal fálica con su mano izquierda, mientras con el índice derecho señala una cruz cristiana que cuelga de su cuello: contradicción evidente entre la irreverencia y un símbolo de obediencia.

Las bilibers colombianas deliraron con el concierto y tras conocer sobre el grafiti hecho en el túnel y de la intensión de grafiteros de borrar la marca de Bieber con otro grafiti, las reacciones en las redes no tardaron.

Las seguidoras del canadiense decían estar dispuestas a “defender el arte” marcado por su ídolo. Al parecer la chicas tienen sentido de pertenencia con todo aquello que provenga de Bieber porque nadie defiende algo que no siente suyo o en lo que no cree (apreciación muy personal).


El chico que es capaz de desbordar emociones en sus seguidores ¿tendría una idea de las tensiones que pueden generar los desacuerdos entre sus seguidores y detractores? Quién sabe… Lo que sí se ha conocido es que su travesura se repitió en Brasil.

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